En la mucosa vaginal, al igual que en cualquier mucosa, existe una microbiota específica compuesta por microorganismos patógenos y no patógenos (beneficiosos) que deben “convivir” en equilibrio. Si estas poblaciones están en equilibrio la mucosa vaginal es saludable.
Las bacterias predominantes o dominantes en la mucosa vaginal son diferentes especies de Lactobacilos: L. crispatus, L. gasseri, L. jensennii y L inners. También se encuentran L. salivarius y L. vaginalis.
Las diferentes poblaciones de Lactobacilos producen una serie de compuestos antimicrobianos, que son realmente los que evitan el crecimiento de bacterias patógenas y estos son fundamentalmente tres: los ácidos orgánicos, el agua oxigenada y las bacteriocinas (antibióticos).
Si la microbiota es deficiente, en Lactobacilos y crecen las poblaciones de bacterias anaeróbicas (son las crecen sin oxigeno) se desarrolla una vaginosis bacteriana, que de ser sintomática disminuye la acidez de la vagina, se genera un característico olor a “pescado”, además con la presencia de flujo vaginal.
En la fase reproductiva de la mujer, predominan los Lactobacilos en la mucosa vaginal. Pero en el inicio de la premenopausia, comienzan a disminuir los estrógenos, por lo que también merman los nutrientes y la humedad vaginal, eso hace que la presencia de los lactobacilos merme y en consecuencia la acidez de la vagina es menor.
Al disminuir la acidez se produce un desequilibrio o Disbiosis, caracterizada por un aumento de microorganismos patógenos anaeróbicos provenientes de la piel y el intestino. Esto origina una candidiasis vulvovaginal que se caracteriza por flujo y un característico olor a pescado.
En las mujeres postmenopáusicas, la interrupción del ciclo estrogénico se acompaña de una considerable disminución del volumen de las secreciones vaginales y de los nutrientes disponibles. Como consecuencia, la densidad microbiana disminuye hasta el 1% de los valores en comparación al periodo fértil y las bacterias intestinales y de la piel vuelven a ser la microbiota predominante. Sin embargo, casi el 50% de las mujeres conserva una población importante de lactobacilos y ese porcentaje puede incrementarse con terapia hormonal.
Desde hace años el uso de probioticos, para que la microbiota vuelva a estar equilibrada, se presenta como una terapia potencial de muchas enfermedades en la mujer, bien como tratamiento coadyuvante o como de primera elección. Ello ha dado lugar a la inclusión de su empleo en los protocolos de consenso de las sociedades científicas.
Los probióticos son efectivos como coadyuvantes en el tratamiento de las infecciones vaginales más frecuentes. De hecho, se podrían utilizar tras la terapia antibiótica, con el objetivo que se produzca una recolonización de la mucosa y un descenso del pH vaginal antes de que el patógeno se pueda recuperar. Por eso, se consideran útiles en la prevención de las infecciones vaginales y urinarias recurrentes, incluyendo la vulvovaginitis candidiásica recurrente.
La administración de los probióticos puede ser tanto por vía oral como vaginal. Según algunos autores tanto el uso de metronidazol con probióticos, como los probióticos asociados con estriol, parecen eficaces en el tratamiento de las vaginosis bacterianas. En la vulvovaginitis candidiásica, la administración de probióticos, para ayudar al tratamiento antifúngico ha demostrado aumento en la eficacia y reducción de las infecciones recurrentes.
La evidencia científica del efecto saludable de los probióticos después de la menopausia es limitada, pero, aún así, hay datos que permiten recomendarlos, para mejorar los síntomas en las pacientes con clínica vaginal. Existen datos que indican que el tratamiento de la paciente con estrógenos mejora los resultados, ya que se induce la rehidratación de la mucosa vaginal, facilitando así la recolonización por los lactobacilos, la disminución del pH vaginal y el efecto antimicrobiano consiguiente.
En el caso la extendida recomendación de las duchas vaginales, es conveniente que verifiques el tipo de ducha que es, además que lo consultes previemente con tu médico. Porque su uso podría contribuir a la alteración del equilibrio de la microbiota vaginal, ya que elimina por igual, las bacterias buenas y los patógenos.
Para concluir, la disminución de estrógenos que se presenta en la mujer a partir de la premenopausia, altera la microbiota vaginal, haciéndonos más vulnerables a infecciones vaginales como la temible Candidiasis. Ante esto, el consumo diario de probióticos se presenta como una alternativa, que unida a una posible terapia de reemplazo hormonal permitirán un incremento en nuestra calidad de vida durante esta etapa metabólica.
Referencias Bibliográficas
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