Quise escribir sobre este tema porque además de leer las etiquetas y las cantidades de nutrientes que tienen ese tipo de productos para niños, es muy importante entender el contenido y lo que quiere decir la información que allí está escrita.
En la parte frontal del empaque suelen estar las descripciones que normalmente leemos las mamás rápidamente, tales como:
Buena fuente de calcio y proteína: Es lógico que así sea, porque el yogurt se hace con leche que suele tener entre 3 y 4% de proteína y por otro lado, como sabemos, el calcio de la leche es abundante y fácil de absorber.
En algunos productos de este tipo suelen agregar: “Vitamina D añadida”, 0.01g por envase. Pero esas cantidades realmente no son significativas, desde el punto de vista de la salud del niño. Si quieres que tu hijo tenga buenos niveles de vitamina D, mejor llévalo al parque o a la playa para que se beneficie de la luz solar a las horas recomendadas (hasta las 10:00 am y a partir de las 04:00 pm) sintetizando la vitamina D en su piel, que es la forma más eficiente de obtenerla y aprovechar todos sus beneficios. En los casos que vivas en una zona, que en inviernos hay temperaturas bajas, consulta con tu médico pediatra, sí es necesario la suplementación.
Si le damos vuelta al empaque y analizamos los ingredientes, veremos que el primero allí listado es leche pasteurizada reducida en grasa y el segundo azúcar de caña, es aquí donde ¡deben saltar las alarmas!
En el yogurt que estoy analizando al utilizarse leche pasteurizada reducida en grasa, solo quedan 2g de grasa, sin embargo, contiene ¡13g de azúcar! Mientras que un yogurt natural de leche completa contiene 6g de grasa, siendo la grasa natural de la leche y 4 gramos de carbohidratos, que corresponden a la lactosa de la leche.
La pregunta es ¿por qué darle a un niño leche descremada o desnatada? Cuando el contenido de grasa de la leche está entre los 3.5 y 6%,el cual es inferior al de la carne, del pollo y de los huevos. Adicionalmente, se sabe que los niños necesitan grasa saludable para su crecimiento y es justo esa grasa la que la leche proporciona.
En los niños alimentados con lactancia materna exclusiva el 40-60% de la energía, proviene de las grasas. Este porcentaje disminuye a 30-40% cuando se incorporan los semisólidos a la alimentación de los niños pequeños (de un año en adelante).
La grasa de la dieta proporciona al niño ácidos grasos esenciales (Omega 3 y Omega 6), aporta energía y además es el vehículo para la absorción de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K).
Las pautas nutricionales y recomendaciones pediátricas señalan que durante los 2 primeros años, no se debe limitar la cantidad o tipo de grasa de la dieta, ya que estas son esenciales en el crecimiento y desarrollo cerebral y de la retina. Los ácidos grasos polinsaturados de cadena larga omega 6 y omega 3 son precursores de prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos (compuestos que ayudan al desarrollo del cerebro) así como de otros mediadores cerebrales, que comunican el cerebro con el resto de los órganos.
Ahora bien, la industria que produjo ese yogurt tiene como objetivo Vender muchos yogures y para ello necesita que el yogurt sea “dulce” y de una textura adecuada, que sería la que aportarían las grasas, si no hubieran sido retiradas.
En ese sentido logró su objetivo, porque le añadió suficiente azúcar para darle el sabor dulce y la falta de grasa que contribuiría con la textura, fue sustituida por la pectina, que es un aditivo que le da textura “de leche coagulada” a la leche líquida, es decir, la espesa. Por lo tanto la industria productora utilizó una correcta composición de ingredientes y aditivos. Pero ¿eso es realmente bueno para la salud nuestros hijos?
La respuesta es un contundente ¡NO! Analicemos el ¿por qué?
Los niños necesitan energía, si queremos darle energía a un niño, no tiene sentido utilizar leches descremadas o desnatadas, las cuales tienen un contenido de grasa reducido. Por cada gramo de grasa se generan 9 Kcal, mientras que por cada gramo de carbohidratos se generan apenas, 4 Kcal. Y sí el objetivo es proporcionarle energía al niño, lo ideal es darle la grasa de la leche y no carbohidratos (azúcar) añadidos.
Adicionalmente, la grasa de la leche ha demostrada no ser dañina para la salud.
En virtud de lo anterior, no tiene sentido darle alimentos con muchos carbohidratos a un niño, porque necesitan energía, cuando la energía la puede obtener perfectamente a partir de la grasa de la leche.
Al consumir ese yogurt tus hijos obtendrán energía de los 13 g de azúcar que contiene, eso es el equivalente a 1 cucharada completa o a 2 cucharaditas de azúcar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere, que los adultos y los niños, deben reducir el consumo de azúcares libres, a menos del 5% de las calorías totales del día.
En el caso de los niños el requerimiento de Calorías se calculan por edad, como muestro en la tabla.
Ejemplo: sí un niño de peso promedio de 1 a 3 años, consume 1300 Calorías por día, el 5% de ellas provienen del azúcar, es decir, 65 Calorías que representa 16.25 gramos de azúcar por día.
Este cálculo se hace de la siguiente manera: Un gramo de azúcar produce 4 Calorías, por lo tanto, 16.25 gramos de azúcar equivalen a 65 Calorías.
Con esto queda evidenciado que el Yogurt para niños, del que estamos hablando, con sus 13 gramos de azúcar en una sola toma, equivalen a 52 Calorías que son el 80% de lo que puede consumir un niño en todo el día, de acuerdo a la OMS. Y esto no es ni siquiera el desayuno completo.
¿QUÉ ES MEJOR COMO FUENTE DE ENERGÍA PARA NUESTROS HIJOS?
Las grasas naturales, como las que están presentes en la leche o los azúcares, que pueden generar en principio resistencia a la insulina y a la larga una diabetes tipo dos en nuestros hijos, enfermedad cada vez más común.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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